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Me estuve observando varios días como hoy en los que (gracias al universo y a la Mica del pasado) no tengo NADA agendado. Me despierto a la hora que quiero (esto igual no es novedad porque es algo que siempre necesito y este año logré conquistar hacerlo también entre semana), me pongo al día con las redes, me levanto, le doy desayuno a Jaime, acomodo un poco la casa, me ducho y salgo con Jaime a caminar unas cuadritas 💩.
Cuando vuelvo me hago el cafecito con leche y lo tomo sentada en el sillón, ahora en primavera con la ventana abierta para que entre la brisita con permufe a florcitas de los Paraísos que están por Cassinoni. Ahí intento hacer un rato de acto de presencia y conexión con el aquí y ahora. Y lo re disfruto. Entre semana se que este rato tiene hora de fin porque cierto tiempo después ya me mudo al escritorio a laburar. Pero los días como hoy que no tengo NADA agendado, podría estar todo el día así, si quisiera. Sin embargo me entra una especie de necesidad de querer armar planes. Un poco supongo que por la costumbre y el paradigma de la full productividad en el que vivimos, del que por suerte me he logrado liberar bastante, obviamente con mucha ayuda del Diseño Humano, ia tu sabe. Igual me di cuenta que no me agarra como para ponerme a laburar, porque la verdad que estoy muy sana en eso de lograr cuidar los tiempos libres y muy contenta con como me vengo organizando para que eso pase. Los planes tienen más que ver con compartir con personas.
Me di cuenta que en la semana, aunque trabajo freelance y en general sola en casa, no dejo de estar en contacto con gente, aunque sea de forma remota. Y los momentos en que estoy con gente presencial suele ser MUCHA gente, como durante las clases en facultad que somos 70 en el mismo salón. Eso para una proyctora de mi tipo es un montón y se vuelve súper necesario el aislamiento y el descanso. Aún así, los días como hoy me da por querer ver gente. Entonces agarro el celu y pienso con quién me gustaría compartir un rato hoy y le escribo. Al instante aparece una voz interna que me dice que estuve mal, que no puede ser que no pueda estar sola, que debo tener algún problema de ansiedad y apego y esas cosas. Y ahí aparece una segunda voz que le retruca a la primera diciendo cosas como: que eso no tiene sentido, porque los humanos necesitamos estar en comunidad, que es nuestra naturaleza. Que una cosa no quita a la otra. Que acordate que ibas al cine sola cuando tenías 15 años, a las 3 de la tarde, después del club. Y llorabas con la peli, como haces ahora pila de noches viendo series. Que siempre pudiste estar sola y cómoda con tus pensamientos, como ahora y todo el rato que llevás escribiendo esto. Que pasas sola un montón de horas en casa, que el contacto virtual no es lo mismo, que la presencia es una compañera distinta. Que no tiene sentido que la sociedad nos juzque por no querer estar solos y que eso sea indicio de algún tipo de problema de salud mental cuando en paralelo medimos el éxito y la popularidad de las personas por la cantidad de amigos que tiene (claro, en redes).
Hoy también me di cuenta cuánto valoro la simple presencia. Porque algunas veces cuando me agarra ese impulso de escribirle a un amix termino por no hacerlo porque veo que en realidad me da paja conversar. Y que lo que necesito es simplemente estar. Como los perros cuando se echan uno al lado del otro mirando a la nada y pensando en todo. Cómo Jaime ahora que está echado al lado mío sin esperar nada mientras escribo sin parar. Capaz que por eso lo adopté. Capaz que por eso es que todos adoptamos mascotas. Nos cuesta entender la compañía humana sin diálogo de por medio. Sin embargo es tanto más fácil con los animales. Ese capítulo de Envidiosa en el que llevan al perrito a la vet es tal cual. Cómo puede ser tan claro ver las necesidades mamiferas y primitivas y reconocer el trauma en nuestras mascotas pero nos cuesta tanto verlo en nosotros mismos. Y para empeorar la cosa nos juzgamos, le intentamos buscar explicaciones científicas y soluciones desde todas las áreas de la medicina y la sicología que al final solamente nos enriedan más. Me dan ganas de que todo sea más simple y fácil. La vida es muy corta y ya viene cargada de mucha complicación como para que el querer compartir con otrxs también sea una.
Este último mes estuve pensando mucho en la muerte y algunas noticias me pusieron de nuevo en la cara esto de que es algo inesperado y que nos puede tomar totalmente por sorpresa. Que loco como cambiaríamos nuestros planes y nos haríamos el espacio de estar con otrxs si supiéramos que esos otrxs van a morir mañana. Hace unos días estuve con esto de qué haría si muriera mañana. Justo la Rigo sacó un tema con ese nombre. Y el otro día, con la noticia de la muerte de una persona que apreciaba mucho que me agarró totalmente por sorpresa, me di cuenta que esa pregunta tenía doble lectura: que harías si (esa persona) muriera mañana? Cuando me enteré de esta noticia entre al chat en común y vi que en marzo habíamos hablado de encontrarnos a charlar pero yo estaba muy ocupada con proyectos y lo dejamos para más adelante. Un más adelante que ya no existe y en realidad nunca existió. Para mi la frase 'no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy' siempre estuvo asociada a responsabilidades, y ahora me doy cuenta que también se trata de otras cosas.
Tengo el privilegio de haber acomodado mi vida para que sea flexible y poderme adaptarme a los tiempos de otrxs, así que voy a aprovechar esta virtud para dejar de posponer la mayor cantidad de cosas que me sea posible y priorizar el encuentro, que también puede ser sin charla. Y también puede ser con personas que no conocemos tanto. Me di cuenta que una parte de mi no se termina de permitir hacerse nuevos amigxs de verdad, de esos que podés decir que querés mucho. Cómo si eso solamente fuera posible con los amix que traes desde la infancia o la adolescencia. Cómo si todo ese tiempo compartido le diera más valor a una amistad que a otra. Este año me hice amigxs nuevxs, creo. Siempre me da duda de si ellos me ven así, pero también estoy haciendo fuerza para habilitarme esa posibilidad y para confiar en que la respuesta que viene del otro lado es genuina. Soy fan de los amix de la adultez. Conectar con personas desde lo que somos hoy, que al menos en mi caso es bastante diferente a lo que era en la infancia o la adolescencia.
Y el consejo que nadie me pidió hoy pero lo dejo por si a alguien le viene bien es:
No estás roto por querer compartir tiempo con otrxs. No dejes de escribir, de pedir presencia si la necesitás, sea con o sin conversación. No dejes de compartir lo que te pasa por más freak que te parezca. Nada es tan raro ni tan único aunque nos duela el ego. No dejes de hacerte amigos aunque sientas que ya estás medio vieji para eso. El NO ya lo tenés, igual que para cualquier pedido de ayuda o de invitación a armar un plan por diversión. Escuchá más a tu perrogato interior. ✦